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jueves, 18 de abril de 2013


¿QUIÉN DUERME A MI LADO?







“A nuestro lado duerme otro  que es estrictamente idéntico a nosotros para la vida; comprender que lo calienta el mismo sol y lo refresca la misma lluvia, es comprender que el pleno respeto del otro y hacia el otro se plasma cuando nos hacemos conscientes de esta realidad”
 (Joan Garriga )





Dedicarme de manera profesional en el  acompañamiento de parejas y familias que pasan por crisis y que la mayoría acaban en ruptura, me hace preguntarme e investigar cada vez más, sobre las relaciones de pareja.

Acabo de volver de Berlín, una escapada que he hecho con mi compañero y padre mis hijos. Este viaje en soledad conmigo misma y en soledad con mi pareja me ha llevado a varias conclusiones que ya hacia tiempo estaba meditando.

Lo primero recomendar este tipo de prácticas para reencontrarse de nuevo con la persona que se convirtió en padre o madre y que desde entonces, casi desapareció como amante.

En mi caso particular, nos ha venido muy bien, hemos hablado mucho, hemos paseado, hemos dejado pasar el tiempo sin prisas, sin horarios, sin cambios de pañales y coladas…

Y es que, a mi modo de ver, y por las experiencias de otras parejas que escucho cada día, me parece fundamental cuidar estos espacios, dedicarle durante unos días al año (quien pueda más mejor) todas las horas del reloj y encontrarse de nuevo con las mariposas que nos trasladan al principio de cada historia de amor y elección.

La pareja es la gran desconocida, a mi modo de ver. Se dan por hecho muchas cosas y cuando vives cada día, cada minuto la cosa se complica.

Y es que nos empeñamos en seguir unas pautas, hacer lo que han hecho los demás y seguir adelante.

En ocasiones, incluso nos comprometemos para toda la vida!
Esto es algo que nunca he podido entender del todo pues las personas cambiamos, evolucionamos y no somos ni la sombra de lo que fuimos ayer.

Por otro lado, están las expectativas que deposito en la pareja, en el  modelo de familia, en el futuro…incierto y misterioso, he de decir.

Me parece transformadora una frase del mismo autor que encabeza el post;

“Nadie tiene el poder de hacernos infelices, ni tampoco de hacernos felices, porque la felicidad es un estado interior que no depende más que del grado de armonía de cada uno con el latido de la vida”

Y estoy absolutamente convencida. Cuando he sido consciente de que la felicidad está dentro de mí y que nadie puede cambiar  este estado, sino que el poder lo tengo yo, todo cambia radicalmente.

Nos puede ir mejor o peor en nuestras relaciones, pero no debemos darle tanto poder ni depositar tantas expectativas, pues es más favorable ocuparme de cómo ando yo por dentro, para después compartirlo o no con el resto del  mundo.

La pareja es una parte de nuestra vida, pero hay muchas más cosas de las que nos debemos ocupar…buscar qué es lo que nos apasiona y darle forma para que nuestra vida profesional sea plena, cuidar aquellos espacios protegidos que nos llenan de energía y nos ayudan a mirar con luz y esperanza.

Nuestros padres y hermanos, nuestros hijos, agradecer a la vida formar parte de ella y seguir perpetuándola en el tiempo.

Las aficiones de cada uno, el deporte, la vida social  en pareja y sin ella.
 Nuestra red social es fundamental para seguir creciendo y descubriendo nuevas formas de ser y hacer.

En definitiva, es importante vivir en pareja y si hay sintonía puedo asegurar que es fenomenal pero somos mucho más!

Ser conscientes de que las personas evolucionamos y cambiamos y que el amor puede durar o no es un trabajo personal muy recomendable.

 Cuando seamos conscientes de que iniciamos relaciones que pueden llegar a su fin y seamos capaces de agradecer lo mejor que nos aportó, estaremos preparados para gestionar procesos de ruptura bajo el respeto, la responsabilidad y la confianza.

Las relaciones de pareja pueden terminar porque las emociones no se pueden forzar, sentimos o no sentimos…es simple y también un riesgo.

Cuando la pareja tiene descendencia no se puede separar jamás, siempre permanecerá unida de una u otra manera porque la familia continúa a pesar del desencuentro.

El divorcio, lo que entendemos actualmente por divorcio, está en proceso de cambio, primero porque es una realidad cada vez más habitual  y segundo porque hay que empezar a entenderlo, indagar en el fondo y aceptarlo como parte de la vida, sin resignación ni odio sino con gratitud y como oportunidad.

Termino con el mismo autor con el que empecé:

“El gran reto para todos consiste en aprender a amar lo imperfecto de la vida, de nosotros y de los demás, y volvernos compasivos. Cuando esto es posible, ponemos nuestros errores al servicio de la vida y de un camino feliz, sea en pareja o no”.

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