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miércoles, 6 de marzo de 2013



YO TENGO UN SUEÑO…







Es curioso cómo esta nueva forma de afrontar la vida es tan transformadora.

Como he comentado en anteriores ocasiones, estoy aprendiendo a mirar de un nuevo modo, a sentir, a pensar…y no puedo dejar de sorprenderme cada día con los cambios que estoy percibiendo, en mi, en los otros y en el mundo que me rodea, en  mi mundo!

Es obvio que el sol sale todos los días y que todos somos conscientes de su presencia pero, la luz, brilla de un modo más intenso en unas personas que en otras.

Con “luz” me refiero a consciencia de estar presente, capacidad de ver belleza, agradecimiento por el simple hecho de respirar, degustar el día como si de un bombón se tratara.

Pues si, este fluir y estar a favor me tiene fascinada…es hora de cambiar, de apostar por un mundo mejor donde podamos ser protagonistas de nuestras historias y no caminar por inercia.

Podemos cambiar el mundo cambiando primero nuestro mundo, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras costumbres, nuestras acciones.

Lo primero es tenerlo claro, confiar en nuestras capacidades y en el misterio que supone amanecer cada día.

Si apostamos por la vida, si confiamos en ella, si nos guiamos por nuestra intuición, nuestro instinto, todo fluye y ,como el agua, me voy amoldando al cauce del río continuando mi  camino de un modo natural.

Es hora de contar nuestros sueños, lo que nos mueve, lo que nos ilusiona y nos llena de esperanza y ponernos manos a la obra para hacerlos realidad, ¿por qué no?

Yo lo acabo de hacer, mi sueño es: “dejar el mundo en mejores condiciones de las que lo encontré…”

¿Cómo? Haciendo lo que más me satisface, acompañando a las personas en procesos de divorcio “emocionalmente ecológicos” porque la familia existe antes y después de la separación.

Esta es mi manera de dejar el mundo en mejores condiciones de las que lo encontré.

Esta es mi  misión, la que yo he elegido y en la que me empeño cada día.

En mi vida existen tres pilares, la familia, el conocimiento y el placer.

Cuando he sido consciente de estos valores, todo ha sido mucho más sencillo pues si tienes claro hacia dónde vas, simplemente vas.

Estos tres pilares o valores me mueven, me dirigen y  las decisiones que tomo a lo largo del día,deben ser coherentes y estar en armonía con mis valores.

La familia, para mi el origen de mi existencia y la continuidad de mi esencia, mi trabajo diario para poder fortalecerla y empoderarla.

El conocimiento, mi alimento, aprender cada día algo nuevo, esa inquietud por descubrir, por formarme, eterna aprendiz de todo lo que queda por aprender.

El placer, imprescindible disfrutar de la vida y todo lo que nos ofrece, desde sus sabores hasta sus olores, la música, los viajes llenos otros colores, los amaneceres, atardeceres, la lluvia, las sonrisas, los abrazos, el reposo…disfrutar de todo lo que merezca ser disfrutado.

La otra parte tiene mucho que ver con “estar presente”.

 Sin ir más lejos, hace un par de días acudí a un concierto de jazz  y me empeñé, a pesar de que el día no había brillado para mí con la intensidad de costumbre…me empeñé en “estar” y el resultado fue mágico, pude apreciar la belleza de la voz, de la música, de la puesta en escena y…me dejé enamorar de aquel irrepetible momento.

Cuando te enamoras de “momentos” guardas en tu alma emociones tan saludables e intensas que después, cuando los días no brillan demasiado, puedes recuperar e impregnarte de su recuerdo para cambiar la perspectiva de las cosas.

En fin, que ando por aquí en este pequeñísimo rincón del universo haciendo lo que quiero hacer, rodeada de personas que me contagian su energía y su amor, que me nutren, me enseñan y me acompañan.

Soy afortunada, he decidido mirar en esta dirección y me dejo llevar…

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