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viernes, 2 de noviembre de 2012

PARA TODA LA VIDA...









Esta genial frase que comparten tantas y tantas personas el día que toman la gran decisión de comprometerse "para toda la vida" yo, personalmente la trasladaría a otro gran día, el del nacimiento de nuestro hijo o hija.

En mi caso, no fui capaz de comprometerme "para toda la vida" el día que decidí casarme civilmente con el que es actualmente mi pareja, en cambio, en los nacimientos de mis dos hijos sabia que el compromiso con ellos seria "para toda la vida".

Acaba de terminar el grupo que dinamizo con personas en situación de ruptura convivencial y siempre me hace reflexionar sobre lo mismo.

Las alianzas que nos ponemos están muy bien cuando nos ayudan a respetarnos,a tolerarnos a amarnos pero... ¿que ocurre cuando esto empieza a fallar?

No tiene demasiada importancia cuando en la pareja no han nacido hijos, cada uno empieza su nueva etapa y podemos llevarnos bien  o podemos no llevarnos.

Cuando ha comenzado la triada, es decir, cuando la pareja ha decidido tener hijos entonces adquiere un compromiso de por vida, alguien debería poner esa alianza al bebe que acaba de nacer para recordar a su papa y a su mama que son los responsables de su bienestar, independientemente de que continúen o no como pareja.

Este concepto me parece fundamental para que los divorcios se conviertan en positivos.

Nos han vendido las separaciones como fracasos, como derrotas, como situaciones traumáticas y negativas pero debemos empezar a dar la vuelta a la tortilla puesto que cada día son más habituales y cada vez hay más niños que atraviesan estas situaciones.

Pues bien, el divorcio puede ser una oportunidad para crecer como personas, para comenzar una nueva etapa con entusiasmo e ilusión.

También un reto para educar a nuestros hijos/as en valores, para darles ejemplo de que, en ocasiones, las personas dejan de compartir el mismo proyecto de vida o evolucionan de manera diferente o  se enamoran de nuevo. Estas circunstancias forman parte de la vida, de este viaje y son legítimas y saludables siempre y cuando se hagan desde la franqueza y el respeto hacia el otro.

Como digo puede ser una oportunidad para dar ejemplo de responsabilidad, de sensatez, no de victimismo, de fracaso o de culpabilidad.

En todos estos años he aprendido a no temer al divorcio, a verlo desde otra perspectiva mucho más natural.

Quizás si pensáramos en la posibilidad de que el compromiso puede no ser eterno, si normalizáramos la ruptura y relativizáramos las consecuencias de dicha situación empezaríamos a entender que las relaciones son complicadas, que no hay que idealizar la imagen de familia, que al fin y al cabo somos personas grandes y pequeñas conviviendo con nuestros defectos y virtudes no en una película si no en una realidad.

En fin, que lo importante para mi, es ver a nuestra pareja como parte fundamental en la existencia de los hijos, que sin el o sin ella ellos no existirían, que por este motivo siempre deberíamos querernos como queremos a nuestros amigos o familiares.

De este modo, después del duelo tan necesario tras una separación, el siguiente paso debería ser de agradecimiento y profundo respeto por el bienestar de los hijos, porque como dice mi compañera Aurora, lo fundamental para un niño o niña es mantener el honor tanto de su padre como de su madre ya que es clave para el desarrollo de su integridad y futura personalidad.

No olvidemos que estamos formando personas, que les damos la vida pero la moldeamos cada día y nuestro ejemplo y forma de actuar es primordial para su salud tanto física como emocional.

Me despido dedicando este post a mi compañero de día a día, al padre de mis hijos, que es y será siempre este o no a mi lado...

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