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lunes, 1 de junio de 2015




"CÓMO AFECTAN NUESTRAS EMOCIONES A LOS HIJOS"




Me pregunto en muchas ocasiones si, de verdad como padres y madres, somos capaces de ponernos en el lugar de los hijos. 

En los procesos de divorcio se nos olvida que el derecho pertenece al hijo, que necesita poder amar en paz, sin elegir, sin sentir que un padre gana y otro pierde. 

No es una competición, no es una batalla, es todo lo contrario, un acto de amor y responsabilidad. 

Cuando seamos capaces como sociedad de entender que el divorcio no es el enemigo, de aceptar que es saludable, en muchos casos, que las relaciones de pareja terminen pero que las familias no finalizan sino que continúan adelante,  de otro modo, con otra forma…entonces escucharemos lo que realmente necesitan los hijos.

“Padres y Madres contentos”

No podemos asegurar lo que ocurrirá mañana, no tenemos certeza de las cosas porque son las cosas las que nos pasan y no al revés. Lo que si podemos hacer es ser honestos con nosotros mismos y ver qué hay detrás de la ira, del miedo, de la venganza…porque si escuchamos nuestros dragones, si les prestamos atención, podremos entender que cada dragón es un punto de mejora y una oportunidad para crecer, para ser mejor.

A veces pienso que perdemos mucho tiempo, tiempo que no va a volver, procuremos invertir bien el tiempo y ocuparnos de aquello que merece la pena, ser el mejor modelo para nuestro hijo.

¿Qué ocurre cuando decidimos pelear?

Ese conflicto se traslada, ya no es sólo nuestro, pasa de los padres a los hijos. 

Es importante tenerlo en cuenta, los hijos necesitan que los padres se deseen lo mejor aunque ya no se amen, el odio, el rencor... es el veneno que alimenta con cada palabra y actitud el alma del niño. 

Si fuéramos capaces de ver “el cortocircuito” que se produce cuando comienza la batalla, la guerra, la venganza…porque ellos son mitad papá y mitad mamá, párate y piensa  en esto!

No es el divorcio lo que les afecta, es la mala gestión que hacemos del conflicto, las emociones que se desencadenan son  emociones tóxicas que contaminan su mundo, el mundo de los más bajitos, seres humanos llenos de luz y misterio, donde no debería tener cabida la oscuridad, la ansiedad, la depresión.

Pero esto también ha de trasladarse a padres y  madres que continúan adelante con su matrimonio porque, es la relación entre los padres, su nivel de respeto, de coherencia, de sensibilidad, de madurez lo que marca la diferencia y no el estado civil. 

Por esta razón, deberíamos empezar a valorar cómo son las relaciones que mantenemos como adultos, si son ejemplo de vida para nuestros hijos. 

Ser hijo de padres divorciados no es la cuestión, lo importante para mí, es ser hijos de padres felices o no, casados o divorciados.


"SOMOS LO QUE HACEMOS PARA CAMBIAR LO QUE SOMOS" 

GALEANO


Podemos ver este fabuloso vídeo y aprender, una vez más, de cómo gestionan el mundo emocional los niños y las niñas, yo como madre  lo veré varias veces...


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