"CÓMO AFECTAN NUESTRAS EMOCIONES A LOS HIJOS"
Me
pregunto en muchas ocasiones si, de verdad como padres y madres, somos capaces
de ponernos en el lugar de los hijos.
En los procesos de divorcio se nos olvida
que el derecho pertenece al hijo, que necesita poder amar en paz, sin elegir,
sin sentir que un padre gana y otro pierde.
No es una competición, no es una
batalla, es todo lo contrario, un acto de amor y responsabilidad.
Cuando seamos
capaces como sociedad de entender que el divorcio no es el enemigo, de aceptar
que es saludable, en muchos casos, que las relaciones de pareja terminen pero
que las familias no finalizan sino que continúan adelante, de otro modo, con otra forma…entonces
escucharemos lo que realmente necesitan los hijos.
“Padres
y Madres contentos”
No
podemos asegurar lo que ocurrirá mañana, no tenemos certeza de las cosas porque
son las cosas las que nos pasan y no al revés. Lo que si podemos hacer es ser
honestos con nosotros mismos y ver qué hay detrás de la ira, del miedo, de la
venganza…porque si escuchamos nuestros dragones, si les prestamos atención,
podremos entender que cada dragón es un punto de mejora y una oportunidad para
crecer, para ser mejor.
A
veces pienso que perdemos mucho tiempo, tiempo que no va a volver, procuremos
invertir bien el tiempo y ocuparnos de aquello que merece la pena, ser el mejor
modelo para nuestro hijo.
¿Qué
ocurre cuando decidimos pelear?
Ese conflicto se
traslada, ya no es sólo nuestro, pasa de los padres a los hijos.
Es importante
tenerlo en cuenta, los hijos necesitan que los padres se deseen lo mejor aunque
ya no se amen, el odio, el rencor... es el veneno que alimenta con cada palabra y
actitud el alma del niño.
Si fuéramos capaces de ver “el cortocircuito” que se
produce cuando comienza la batalla, la guerra, la venganza…porque ellos son
mitad papá y mitad mamá, párate y piensa
en esto!
No es
el divorcio lo que les afecta, es la mala gestión que hacemos del conflicto,
las emociones que se desencadenan son
emociones tóxicas que contaminan su mundo, el mundo de los más bajitos,
seres humanos llenos de luz y misterio, donde no debería tener cabida la
oscuridad, la ansiedad, la depresión.
Pero
esto también ha de trasladarse a padres y
madres que continúan adelante con su matrimonio porque, es la relación
entre los padres, su nivel de respeto, de coherencia, de sensibilidad, de
madurez lo que marca la diferencia y no el estado civil.
Por esta razón,
deberíamos empezar a valorar cómo son las relaciones que mantenemos como
adultos, si son ejemplo de vida para nuestros hijos.
Ser hijo de padres
divorciados no es la cuestión, lo importante para mí, es ser hijos de padres
felices o no, casados o divorciados.
"SOMOS LO QUE HACEMOS PARA CAMBIAR LO QUE SOMOS"
GALEANO
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