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jueves, 29 de agosto de 2013



"EL PRINCIPIO DE UN FINAL"

Sweet.

Decisiones que cambian nuestras vidas, decisiones que nunca tomamos, decisiones acertadas, decisiones equivocadas, decisiones que afectan a terceros, decisiones complicadas...

No es sencillo decidir,incluso en ocasiones es doloroso, pero cuando llega el momento, es necesario.

Acabo de leer un artículo que afirmaba que el divorcio afecta "negativamente" a los hijos, siempre y en todos los casos, sean pequeños o adolescentes, les afecta "negativamente" el resto de sus vidas.

No estoy de acuerdo, en absoluto.

Las personas tenemos grandes capacidades que no utilizamos, como la capacidad de decisión; nos dejamos influenciar por aquello que los demás dicen que es bueno, malo, saludable, des-aconsejable y así dejamos en el camino oportunidades únicas de mejora, de crecimiento, de evolución.

Me entristece mucho leer este tipo de afirmaciones tan rotundas y generalistas, donde no existe espacio para la confianza y la diferencia pero sobre todo,me entristece porque generan mucha culpa en aquellas personas que toman la decisión de separarse.

Cuando tomamos la decisión de separarnos debemos ser conscientes de las consecuencias de tal decisión. 

Esto implica ser responsables y abandonar de una vez por todas la culpa.

Las relaciones que creamos, que amamos, a las que nos apegamos, no nos pueden proporcionar garantías de éxito, de continuidad ¿por qué nos empeñamos tanto en vincularnos "para toda la vida"?

Es algo que no puedo entender, en cambio, cuando somos padres no tenemos en cuenta que este vínculo es "para siempre".

Crear una familia va mucho más allá de nuestro compromiso como pareja, los padres deberían "amarse para siempre" en lo bueno y en lo malo, en la salud, en la enfermedad, hasta que la muerte los separe...

Amarse como padres es tener claro que nuestra figura no desaparece con un divorcio, que seguimos siendo imprescindibles para nuestros hijos, que siguen necesitando que les contemos un cuento por las noches...en una casa común o en casas separadas.

Son dos aspectos completamente diferentes, me separo de ti como pareja pero continúo contigo como padre o madre de nuestro hijo.

El divorcio solo es el principio de una nueva historia, para nada es el final. 

Nos guste más o menos, cuando hemos creado una familia ésta nunca desaparece, continúa de otra forma.

Los cambios que se producen en nuestras vidas nos deben servir para aprender de ellos, para evolucionar, para transformarnos, somos puro cambio, constante cambio...

Cerrar una puerta para abrir otra es señal de que asimilamos estos cambios, estas decisiones aunque no siempre las hayamos provocado nosotros.

El divorcio es un proceso que desvincula a la pareja a nivel jurídico y económico pero a nivel parental, las responsabilidades continúan.

Y que poco se habla en los procesos de divorcio de responsabilidad, de gratitud, de amor, de confianza, de oportunidad, de felicidad.

Sí, la felicidad bajo mi punto de vista es una elección, yo elijo que mi divorcio me vaya conduciendo a la felicidad o al sufrimiento, sólo yo nadie más. 

Lo explica muy bien esta cita de Miguel Ruiz;

“No hay razón para sufrir. La única razón por la que sufres es porque así tú lo exiges. Si observas tu vida, encontrarás muchas excusas para sufrir, pero ninguna razón válida. Lo mismo es aplicable a la felicidad. La única razón por la que eres feliz es porque TÚ decides ser feliz. La felicidad es una elección, como también lo es el sufrimiento”.

Y esto puede ser así si decidimos que así sea, sin complicarnos, dejando a un lado el rencor, la rabia, los celos, la envidia y demás sentimientos que contaminan el principio de un final que va a durar muchos muchos años.

Cuando termina una relación hay que aprender a decir adiós a la pareja para poder dar la bienvenida al padre o madre de nuestro hijo. 

Hasta que no entendamos el divorcio como uno de los mayores actos de amor y responsabilidad entonces, sí, éste inevitablemente afectará "negativamente" a los hijos el resto de sus vidas.

Me despido con este texto con el que podemos reflexionar y aprender a decidir "ser feliz"



"Cuando aprendas a considerar tu vida y cuanto hay en ella como el milagro que es, comprenderás enseguida que quejarse es desperdiciar el milagro que eres.
Cada instante que pasas disgustado, desesperado, angustiado, furioso o dolido a causa del comportamiento de otra persona es un instante en el que renuncias al control sobre TU VIDA.
Obsérvate a ti mismo y a los demás en este mundo disparatado, y después decide que es mejor, pasear por ahí la rabia o desarrollar un sentido del humor que te proporcionará a ti y al prójimo el más preciado de todos los dones: la risa.
En la vida todo es paradoja. Cuanto más desees la aprobación, más contundente será la negativa de los demás a aprobarte; cuanto menos te importe el que te aprueben o no, más aprobación conseguirás.
Cuando alcanzas suficiente paz interior y te sientes realmente positivo, es prácticamente imposible que otra persona te controle y te manipule.
Si eres feliz, si vives cada momento aprovechando al máximo sus posibilidades, entonces eres una persona inteligente.
Si crees totalmente en ti mismo, no habrá nada que esté fuera de tus posibilidades.
En verdad no puedes crecer y desarrollarte si sabes las respuestas antes que las preguntas.
No necesitas admitir a nadie en tu vida a menos que llegue cargado de afecto y armonía.
El progreso y el desarrollo son imposibles si uno sigue haciendo las cosas tal como siempre ha hecho.
No dejes que los planes que tienes para ti sean más importantes que tú mismo.
¡Vive! ¡Ama! ¡Se Feliz!
WAYNE W. DYER"


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