Medios de Comunicación

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miércoles, 17 de diciembre de 2014


RESPETO.



Dice un proverbio Indio que: "Un corazón en paz ve una fiesta en todas las aldeas".

Anhelamos la paz, el silencio, dejar de escuchar ruido, ruido interior que no nos permite pensar con claridad, contemplar, presenciar la belleza que rodea nuestro mundo, nuestra vida... Vida cargada, agotada sin rumbo, sin sueños, sin esperanza por lo que pueda venir.

El respeto, respeto por uno mismo, por aceptar lo que somos y lo que no somos también, conocernos para valorarnos, valorarnos para amarnos, descubrir quienes somos y para qué, descifrar el sentido.

Sin sentido estamos alejados, desorientados...miramos suelo y nos perdemos  cielo, cielo de sonrisas, caricias, paisajes, miradas, belleza alrededor.

Respetar desde el cuidar, procurando no dañar.

La falta de respeto, de cuidado rompe al otro, lo hiere y queda sin remedio, sin reproche pero queda, son marcas, decepciones, momentos.

Vemos lo que somos, pequeño jardín o  gran ciudad, los dos están ahí, sólo hay que levantar la mirada, comenzar a observar , silenciando el ruido, mente y corazón enamorados de nuevo.

Con paso firme, con el alma pura, continuando el viaje.


Una cosa había aprendido del río.
Una sola cosa: esperar, tener paciencia, escuchar.
Hermann Hesse, Siddhartha.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Déjate llevar.





“Tú quieres todo de repente, no tengas prisa, no es tan urgente, yo se que baile hay que bailar, tú solo déjate llevar…” Coque Malla y María Rodés.


Y así en un mundo deprisa, con tanta prisa por llegar a ninguna parte. La prisa no se lleva bien con la reflexión, con la coherencia, con la compasión, elementos fundamentales para lograr un buen entendimiento.

Estamos acostumbrados a hacer las cosas deprisa porque no confiamos en nuestras emociones, sabias consejeras que van pasando por nosotros dándonos las pistas y las herramientas necesarias para hacer bien las cosas.

Es tan importante que las cosas se hagan en el  momento adecuado, puede ser tan determinante que puede condenarnos o salvarnos para siempre.

El proceso de separación es un proceso y como tal debe ser lento, meditado, reflexionado. Es fundamental haber pasado por el shock inicial, por la rabia, por la tristeza de la pérdida por lo que podía haber sido y no fue…

Pero las emociones son sabias y va llegando poco a poco la aceptación, la fase en la que se comienza  a ser consciente de lo que nos está ocurriendo.

Y entonces empezamos a pensar con claridad, a escuchar de verdad, a entender que una nueva etapa comienza y la importancia de cerrar bien, desde el respeto por la familia que siempre seremos y desde la madurez que nos ha regalado el propio proceso.

Y entonces pasa más tiempo, nos hacemos más sabios y decidimos agradecer, entonces sí, el divorcio finaliza sin rencor, sin reproches, todo lo contrario, desde el amor.

Observa como te acuestas cada noche, si te invade el ruido o el silencio y observa también como te levantas cada día, resignado por el nuevo día que comienza o feliz por todo lo que queda por descubrir.

No es el tiempo el que todo lo cura, eres TÚ y tu capacidad para inventar el guión, para crear otra historia, para volver a soñar  y para dejarte llevar.